Hasta hace no mucho tuve una
sensación recurrente: Cuba, mi isla amada, está, a los ojos de un inmenso mundo
capitalista, perdida en el mapa y atrapada en el tiempo. No es del todo
incierto, es un país polémico del que generalmente se habla debido a temas de
corte político y, para ser más exactos, para enjuiciar las condiciones de vida
y las decisiones del régimen de los hermanos Castro. Sin embargo, si de algo he
estado segura, es de que con Cuba nada se puede dar por sentado, ese gran
caimán flotante en las aguas antillanas está repleto de sorpresas, y
precisamente una sorpresa fue la noticia de que la legendaria banda británica
The Rolling Stones, símbolo cultural de los siglos XX y XXI, viajaría a la isla
para ofrecer un gigantesco concierto gratuito en La Habana.
Sí, de repente todos quieren con Cuba
y últimamente por las calles habaneras han paseado el Papa, Rihanna, Beyonce,
entre otras grandes celebridades. Ahora, luego de que Obama termine su histórica
visita, los cubanos bailarán al ritmo del Rock and Roll. El asunto es que esto
es más que un concierto, The Rolling Stones se presentan como la
materialización de una evidente y afortunada apertura ideológica, estética y
cultural, este evento es una reivindicación con las generaciones a las que se
les prohibió seguir a bandas como los Beatles y los mismos Stones y que, a
escondidas, escuchaban sus vinilos y casetes como si se tratara de un acto de
infidelidad con la Revolución.
Hablo por aquellos sesenteros y
setenteros porque, ya para mi generación, muchas restricciones estaban tan
normalizadas que no recuerdo haber escuchado hablar de este tipo de bandas
hasta que llegué a tierras colombianas; entonces, soy más bien de una
generación apegada a los ritmos caribes cubanos fusionados y que lejos de
educar su oído con los sonidos roqueros, que por cierto no encajaban mucho con
los ideales revolucionarios, se crió con los Van Van, la Charanga Habanera,
Isaac Delgado, El Médico de la Salsa, Orishas e incluso Cubanito 20.02. Hoy en
día tanto adolescentes como jóvenes están profundamente involucrados con la nueva
movida reggeatonera cubana que ha arrasado con la industria musical de la isla.
Sin embargo, creo que lo que ofrecerá The Rolling Stones trasciende las brechas
generacionales, pues demuestra que el arte puede romper barreras que alguna vez
se creyeron inquebrantables, es la apertura de Cuba al mundo y viceversa, es la
oportunidad histórica de encontrarse con uno de los más grandes pilares del rock
y la modernidad. Estoy segura de que muchos no creyeron vivir para presenciarlo.
Como bien dice el escritor cubano
Leonardo Padura: “Por la puerta que saldrá Obama entrará Mick Jagger y por la
que salga él entrará Chanel. Toda una revolución”. Y es que esta historia no
termina con el concierto de la inigualable banda británica, pues posteriormente
la marca francesa Chanel desfilará por primera vez en Latinoamérica y han
elegido a La Habana como gran escenario. Dicen que más vale tarde que
nunca y a Cuba le ha llegado su hora, al parecer los tiempos del olvido han
quedado atrás y el próximo 25 de marzo la nueva diva de Latinoamérica se
agitará con una gran revolución musical y sacará su lengua al mundo al ritmo de
los increíbles Stones.
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